domingo, 10 de mayo de 2020

Morir y Vivir


Morir…
Morir de cualquier forma y en cualquier lugar…
Morir sorpresivamente, aún sin esperarlo, como una sacudida tormentosa en verano o irse consciente resignando la vida.
Morir joven cuando el alma está rebosante de bríos o morir viejo y marchito, con excelente salud o irremediablemente enfermo, en la más vasta soledad o acompañado, rápidamente o en lenta agonía como un pequeño pájaro en el más crudo invierno. Son solo caminos que nos llevan a un único e inevitable final. Deslizándonos aún sin querer a un nuevo y desconocido plano
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En cambio vivir…
Vivir con actitud plena, sin muchas complejidades, absorbiendo el viento que alimenta nuestras venas, asimilando el tiempo como nuestro bien más preciado, ese que corre escurridizamente veloz entre nuestros dedos.
Vivir… y que solo nos cueste la vida…
Apreciando el brillo de las miradas, aún si son de vidrio, aún si están vacías. Amando nuestras virtudes y abrazando con ímpetu nuestros defectos. Dejando libre el delirio, ese que nos hace bailar bajo la lluvia a brazos abiertos o reír a carcajadas cuando la belleza abunda. 
Vivir!
Sin reparos ni rencores. Cosechando amores que nos den cómodos silencios, almas afines que nos contagien coraje, amigos que en nuestros momentos más oscuros nos sostengan, para que al deslizarnos a la plácida muerte, estén allí… listos para seguir el viaje, aunque solo se perciba a lo lejos la más pura oscuridad.

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